Una señora sin hogar fijo, todos los días va al Centro Comercial. Llega a las estanterías de libros a la venta y comienza a leer, un libro tras otro, día tras día.
Asombrado del hecho, el director del centro comercial hizo que un pequeño banco cercano a la estantería de libros, invitando a la mujer a sentarse, para poder leer los libros tranquilamente. Y sin miedo a que alguien la echara.
A veces un pequeño gesto es suficiente. Porque mantenerse humano no cuesta nada.
*Autor desconocido
