No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: “Aquí yace un soñador”, y mis enemigos: “Aquí yace un loco”; pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: “Aquí yace un cobarde y un traidor a sus ideas”.
-Ricardo Flores Magón, desde la Penitenciaría Federal de los Estados Unidos en Leavenworth, Kansas, 1920.
